La clave está en el concepto de republicanismo que tenía Azaña, y que José María Marco cuenta magistralmente en su nuevo libro sobre el personaje, subtitulado con acierto «El mito sin máscaras». Porque lo que ha caracterizado al retrato del personaje son los velos y el adorno, el tratarlo como el único antecedente decente de la democracia actual. Marco, quizá el historiador que más ha trabajado al republicano, describe a Azaña como un hombre que se odiaba a sí mismo, un antimoderno anclado en el 98 y en el regeneracionismo visionario y autoritario que traicionó al liberalismo.