Dreher señala que en Occidente la ideología de género, antifamilia y anticristiana, está tomando la forma de un totalitarismo blando.
Dreher, citando a Hannah Arendt, distingue entre un régimen autoritario y uno totalitario. El autoritario quiere controlar todo el poder político, pero deja manga ancha en otros temas (religión, cultura, costumbres, familia, ocio…). El totalitario no sólo quiere el poder político, quiere el alma de las personas, su mente, y control sobre toda la actividad humana.