Leer a Franco Nembrini me ha dado cierta paz en todo este asunto de la educación y nuestra limitación humana.
En su obra El arte de educar. De padres a hijos (Ediciones Encuentro, 2014), explica lo siguiente: “No tengáis miedo a equivocaros, para vuestros hijos sois los mejores padres […] Tus hijos no son estúpidos, saben que eres incoherente y venderles la idea de un padre especialmente bueno y coherente no les convencerá, no conseguiréis engañarlos”.