La lectura de Leopardi interesa, decía la escritora Ada Castells, «porque propone un diálogo en el que aprendemos a mirar las preguntas esenciales», porque nos vuelve a plantear las exigencias más fundamentales, romper nuestra «autocensura», y preguntarnos: ¿hay algo que esté a la altura de mi deseo?
Leopardi –señaló Ada Castells– «nos ayuda a comunicarnos con los demás porque es la historia de un alma, de un deseo. […] Encarna el grito delante de la reducción del hombre a la que estamos sometidos», devuelve la pregunta ¿qué deseo?, ¿qué espero?