Nuevamente Juan Manuel de Prada, pero esta vez en el prólogo, nos dice que “el padre Plácido María Gil nos narra -como testigo privilegiado que fue- uno de los episodios más sobrecogedores de aquella Guerra Civil en la que se desataron todos los demonios: el martirio de los monjes benedictinos del Pueyo, que corrieron -en aquel Barbastro tomado por las milicias anarquistas- la misma suerte que escolapios y claretianos, así como otros muchos sacerdotes diocesanos del lugar, con su obispo al frente.