Estamos entrando en una época en la cual los totalitarismos que han sido rechazados (nazismo, fascismo, comunismo), formas supremas de atribución de lo divino a la acción política, aunque sea pequeño el espacio de tiempo que nos separa de sus momentos más trágicos, obtienen extrañamente entre los jóvenes, que no los han conocido, una versión de los hechos que los exalta de nuevo como una «tierra prometida».
Esta falsa esperanza de liberación por parte de los jóvenes es una especie de castigo para unos padres que, bajo fórmulas precisas de proyectos profesionales, sociales y políticos, han albergado su corazón de manera muy humana el amor al bienestar de sus hijos, pero reduciéndolo desconsideradamente a una imagen tentadora a la que ellos mismos han cedido siempre en su vida, la tentación hedonista y anarquizante de la cual nadie ha intentado nunca seriamente salvarles.
Nadie: ni el Estado, de cualquier naturaleza o color que haya sido; ni la Iglesia, en la cual el Misterio proclamado cedía sus derechos fácilmente dejándose plasmar y, por tanto, identificar en formas y figuras espurias, donde el auténtico sentido religioso del hombre se veía reducido de diversos modos.
El cristianismo resulta simpático cuando se descubre como una hipótesis mejor en el marco natural de los factores humanos.
Por su propia naturaleza es el ideal para la formación de los jóvenes.
Autor
Luigi Giussani
Luigi Giussani (1922-2005), sacerdote milanés, es el fundador del movimiento eclesial Comunión y Liberación. Cursó sus estudios en la Facultad de Teología de Venegono, donde fue profesor durante algunos años. En los años cincuenta abandonó la enseñanza en el seminario para dar clases en un instituto de enseñanza media de Milán, el Liceo Berchet, donde permaneció hasta 1967. Desde 1964 hasta 1990 enseñó Introducción a la Teología en la Universidad Católica del Sacro Cuore de Milán.
Educador infatigable, Giussani publicó en el transcurso de su vida numerosos ensayos, pues como él mismo dijo, «sólo a través de la educación se construye un pueblo como conciencia unitaria y como civilización». En particular quiso mostrar «la razonabilidad y utilidad para el hombre moderno de esa respuesta al drama de la existencia que lleva por nombre 'acontecimiento cristiano'», ofreciendo dicha respuesta «como sincera contribución para una verdadera liberación de los jóvenes y de los adultos».
Como reconocimiento a su labor, en 1995 recibió el Premio Nacional para la Cultura Católica y, en diciembre de 1997, su libro El sentido religioso fue presentado en la ONU. Falleció en Milán el 22 de febrero de 2005. Siete años después, el 22 de febrero de 2012, se presentó la petición de apertura de su causa de beatificación y canonización, que fue aceptada por el Arzobispo de Milán. Encuentro ha publicado casi todas sus obras en español.