Lo que nos interesa, por encima de todo, es el hombre Tomás, el intelectual Tomás; incluso, si se quiere, el santo Tomás; pero no, desde luego, un montón de doctrinas cosmológicas, antropológicas, morales, físicas, filosóficas y teológicas que llegaron a expresarse a través de su pluma en el siglo XIII. Tomás no fue para nada un fanático de lo tradicional ni un repetidor inmovilista de las soluciones ya trilladas. Tuvo abiertos los ojos a las realidades de su época, se percató de los problemas, se esforzó incluso en formularlos como tales y en ponderar las razones que avalaban las respuestas que a él le parecían equivocadas. Cuando expresa las soluciones propias, aquellas que le parecen apropiadas, equilibradas y valiosas, no considera haber dado una respuesta enteramente indiscutible, dogmáticamente defendible y válida desde todos los respectos, para todas las circunstancias y en todos los tiempos. Es más, suele considerar una tesis tanto más válida cuánto más haya tenido en cuenta los matices, las razones del opuesto y las excepciones previsibles. Sus soluciones pretenden siempre ser integradoras, matizadas, temperantes. Y además, novedosas.
Los perfiles del gigantesco teólogo y filósofo medieval
Publicado en El pensador
Autor
José Egido Serrano
José Egido Serrano estudió en las universidades Comillas y Complutense de Madrid, en las que obtuvo las licenciaturas correspondientes de Filosofía y Filosofía y Letras. Completó estudios en la Facultad de Filosofía de Munich. Estudió también Teología en la Universidad de Comillas y obtuvo el doctorado en Filosofía en la UNED, dentro del programa Dimensiones de la racionalidad, con el tema Fe e ilustración. El proyecto filosófico de José Gómez Caffarena. Catedrático de Instituto, director del Aula de Pensamiento de varios Colegios Mayores Universitarios de Madrid, ha sido también profesor de Introducción a la Metafísica en la Universidad Pontificia de Comillas y de Filosofía de la Ilustración en la Universidad Carlos III.
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